Mi nombre es Rossana Becerra, soy comunicadora social egresada de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Magíster en Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y Magíster en Gerencia para la Innovación Social de la Universidad ICESI.
Nací en Cali, Colombia, capital mundial de la salsa. Después de estudiar comunicación social en Bogotá, dediqué mi carrera al sector humanitario, al tiempo que conformaba una familia y hacía dos maestrías. Pronto entendí que la vida no se agotaba ahí.
Cada año en febrero tenía una sesión con Dios, en la que le exponía y argumentaba mis sueños y propósitos para el año. Éste, generoso, escuchaba y atendía lo que parecía más una lista de mercado, te imaginas, ¿yo diciéndole a Dios lo que era correcto y perfecto para mí? Una y otra vez, cada ítem en esa lista llegaba a la realidad, el carro, la casa, el trabajo, el dinero, el viaje, el esposo, las hijas… Puedo decir que el vacío en la panza nunca se fue, no lograba la esperada plenitud, nunca fue suficiente, y así durante años escribí una y otra vez la misma historia.
Un febrero cualquiera, con una vida que se podría calificar como perfecta, pero agotada y vacía por dentro, me dirigí al universo: “sorpréndeme este año, te entrego mi lienzo en blanco, haz con mi vida lo que quieras”. En esa fracción de segundo se disparó la magia en mi vida.
Desde ese año estoy aprendiendo a conectarme con esa fuente divina, a hacer las preguntas correctas, estoy recordando quien soy, decidí tomar el control de mi vida y hacerme 100% responsable de todo lo que en ella ocurre (bueno y malo).
Sólo puedo concluir diciendo que la paz, el éxito, el amor, la abundancia y el equilibrio me acompañan, por fin entendí que la vida me sostiene. En este tiempo he aprendido que sólo me tengo a mi misma, que mi felicidad sólo depende de mí y quiero compartir las herramientas que me están permitiendo dar este giro mágico a la vida y a través de las cuales he podido soltar problemas, limitaciones, y que me más allá de todo me están permitiendo sanar, recordarme, o reinventarme en esta realidad y escribir mi historia con pasión y convicción, porque el universo, Dios, ya lo sabía.